Dicen que visitar Finisterre es como visitar el fin del mundo.  Sus grandes acantilados y su clima, mayormente gris y húmedo, le han confiado misteriosas y numerosas leyendas. Grandes monumentos, playas de un silencio perturbador solo roto por las bravas aguas del Atlántico y una belleza natural impagable la confieren como un destino rural a tener en cuenta.

En los albores de la humanidad, Finisterre ya atrajo la atención de los geógrafos e historiadores grecorromanos. En ella, veían una tierra inhóspita, salvaje y de un paisaje tan misterioso como atractivo. Ciudad de pescadores, Finisterre ha hecho del mar su modo de vida, y su famoso faro ha sido testigo de innumerables viajes alrededor del mundo, algunos con un final incierto.

Practicar turismo rural en La Coruña es toda una apuesta sobreseguro para los amantes de los escenarios más naturales y rebosantes de vegetación y naturaleza. Como Finisterre, infinidad de municipios -algunos con muy poco habitantes- aparecen a lo largo y ancho de su geografía naciendo entre bellos parajes y largas rutas donde disfrutar de la naturaleza y practicar deportes como el running, el ciclismo o largas jornadas practicando senderismo.

El turismo rural en Finisterre también se encuentra relacionado con el Camino de Santiago y como finalización del mismo se construyó la iglesia gótica de Santa María das Areas a finales del s. XII, donde se encuentra la popular imagen del Santo Cristo de Finisterre. Pero no es este el único secreto que Finisterre tiene guardado para sus visitantes. Destaca el Castillo de San Carlos, una fortificación defensiva mandada a construir en época del rey Carlos III de España para defender su costa de los ataques de los barcos enemigos.

Pero alquilar una casa rural en Finisterre es también poder disfrutar el enigmático cementerio Fin de la Tierra, la lonja turística donde se mercadea con los productos del mar, el monumento al emigrante gallego, la capilla de Buensuceso de estilo barroco y del siglo XVIII y otros lugares de interés tan importantes como la Iglesia de Nosa Señora das Areas, del siglo XII, y el Faro de Finisterre, el más importante de la Costa do Morte.  

Pese a su fuerte oleaje y la bravura de sus aguas, las playas de Finisterre son otro atractivo para acercarse a la ciudad y practicar turismo rural. La de Langosteira, la de la Ribeira en pleno casco antiguo o la de Rostro, la más larga, son solo algunas de las otras opciones.  Y tú, ¿te apetece practicar turismo rural en Finisterre?